Recuerda que podemos siempre contemplar la seguridad vial bajo dos ámbitos principales, la seguridad activa y… la pasiva. También en el ámbito del equipamiento, trabajar la primera nos permitirá evitar el accidente. La segunda, desgraciadamente, sólo prevenir y reducir sus consecuencias…
¿Das la espalda a la seguridad?
Decíamos en el capítulo anterior lo sensato que resulta invertir cualquier cantidad en tu seguridad. Poníamos el acento en que el casco no se empañara, que te sintieras cómodo al conducir incluso bajo las peores inclemencias meteorológicas, o que éstas no convirtieran un viaje maravilloso en una tortura: todo esto evita accidentes. Pero desgraciadamente, cuando éste ocurra –hay dos clases de motociclistas, los que ya nos hemos caído… y ¡los que lo harán algún día!– debes estar preparado. Muchos accidentes se producen “cuando iba ahí mismo”: olvidándonos que una caída no depende siempre de nuestra actitud sobre la moto. El “si iba sólo a buscar el pan” no reduce ninguna de sus consecuencias: montar en moto no es peligroso, pero sí arriesgado. Piensa que, por ejemplo, siete de cada 10 accidentes ciudadanos en moto son culpa del vehículo contrario. Equípate para vivir.
Te recuerdo que un 85% de las muertes en moto se producen por lesiones cerebrales. Independientemente de su buena capacidad de aireación, antivaho y visibilidad, la talla del casco debe ser siempre la correcta y no dejar el cráneo sujeto: evita comprar uno que puedas girar en cualquiera de los sentidos.
¡Abrochado!
Llevar el casco en el codo no sólo es de insensato y de… gili… sino que pude añadir a tu fractura craneal una doble rotura de húmero y radio. El casco, en la cabeza y ¡abrochado siempre! En una caída suele saltar y dejar la cabeza desprotegida.
Botas hasta el tobillo
Una simple caída a baja velocidad puede producir abrasiones graves en los huesos expuestos de los tobillos, apenas cubiertos de tejidos, por lo que precisarán dolorosos y lentos injertos de piel: existe calzado “tipo bota” específico para su uso polivalente en moto.
Vaqueros moteros
Piensa cuantas de las consecuencias graves para tu integridad física en accidentes estúpidos podrían reducirse con un equipamiento adecuado: unos vaqueros “de moto” con refuerzos en kevlar, por ejemplo, te permiten vestir, cuando dejas la moto, sin ir desnudo sobre ella.
Una espaldera es tan importante como el casco: protege la columna vertebral de tu vida. Las hay de todo tipo, incorporadas a la chaqueta o el mono de cuero –al escoger la talla hazlo ya previendo su uso–, o “sueltas”. Éstas pueden incorporar o no fajas y/o tirantes, que las hacen más o menos aparatosas al llevarlas, pero ¡nunca la olvides! La traumatología permite ya casi todo tipo de “soldadura de huesos” en las extremidades, pero lamentablemente, no hay solución para algo tan traumático en el ámbito vital como una lesión en la médula. Si crees que exagero, date una vuelta por Toledo o “Guttman” y pregunta en estos centros hospitalarios especializados en lesiones medulares cuántas se podrían haber evitado con una simple espaldera.
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